Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor...
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
La piedra desnuda de tristeza agobia,
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay ningún poeta lleno de ilusiones?
¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave...
¡Setenta balcones y ninguna flor!
setenta balcones y ninguna flor...
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
La piedra desnuda de tristeza agobia,
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay ningún poeta lleno de ilusiones?
¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave...
¡Setenta balcones y ninguna flor!
Baldomero Fernández Romero
Ah, Mamuel. lamentablemente Fernandez Moreno, se quedó corto. si tuviera que escribir este poema en esta época, no pararía de contar balcones sin flores, y ventanas, y puertas, y corazones. me parece que por ahí pasa la cosa. más que por los balcones. la gente cada vez es menos sensible. Y bueno. a algunos todavía a menudo alguna lágrima se nos cae.
ResponderEliminarGracias por este post!
Pues sí Roberto.
ResponderEliminarVivimos muy rápido y se trabaja mucho para aún estar cuidando las plantitas en los balcones.
Pero algunos quedan, algunos quedan...
Abrazos.
Hermoso poema que llama a la reflexión. Es cierto que todo el mundo anda acelerado, ya pocos se detienen a contemplar el rocío en la grama, el aroma de una flor, la fronda de un árbol centenario; menos se preocupan por colocar tan siquiera pequeñas macetas, aunque sea en el alféizar de sus ventanas. Por suerte esto sólo se ve en las grandes urbes, porque lo pueblitos aún conservan su encanto.
ResponderEliminarMuy buena entrada, Manuelito.
Un abrazo.
Como dije antes Liz, algunos quedan, algunos quedan...
ResponderEliminarCariños totales.
Your northern friend.
(siempre me gustó esta palabra, "northern"...)