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“Para mí ya está atardeciendo y sé casi con certeza que voy a durar poco ya; por tanto tengo que decir a Cristo, que pasa por la vida de todo hombre disfrazado de pasajero y haciéndose el apurado, como los discípulos de Emmaús: “Quédate conmigo, Señor, porque ya anochece”.”
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Pasaje de: Castellani, Leonardo. “Psicología Humana.”

lunes, julio 08, 2013

Sueños





 


 


 
 
Los sueños casi siempre parecen extraños e inexplicables. A veces les tratamos de dar una interpretación: ¿una premonición, tal vez? ¿un extraño oráculo? ¿un visión fugaz del futuro? ¿angustias o fantasías internas? ¿culpabilidades no resueltas? ¿deseos sexuales reprimidos? ¿venganzas refrenadas? ¿ira o violencia contenidas? ¿cansancio? ¿hastío? ¿frustraciones? ¿amor? ¿odio?
Pero tal vez sean sólo creaciones del cerebro a partir de una imagen que pasó por nuestra conciencia en algún momento de nuestras actividades del día, casi sin darnos cuenta.
En algún momento vemos algo al pasar. Lo olvidamos, lo dejamos ir al subconsciente. Y esa noche soñamos, con una sonrisa en nuestros labios, maravillados, que somos un águila majestuosa y que en nuestro silencioso vuelo sintiendo el viento en nuestro alado cuerpo, miramos hacia abajo y vemos un paisaje maravilloso. Incluido algo que nos parece conocido, como que ya lo vimos en algún momento de nuestra vida. Nos deja el sabor de que tal vez es un aviso, una visión de algo que nos ocurrirá en el futuro.
Gracias a esa creación paralela de nuestro cerebro a partir de aquella imagen que ya ni siquiera recordamos, nos levantamos a un nuevo día, con la sensación de algo magnífico realizado, satisfechos, encantados con el recuerdo de aquél sueño donde éramos una poderosa y libre ave. Nos sentimos mejores, capaces de realizar grandes proyectos, fortalecida nuestra autoestima por este sueño, renovado nuestro espíritu, listos para enfrentar una nueva jornada en nuestra vida...
Pero también existen otras posibilidades. Que no recordemos lo soñado y despertemos con una extraña angustia y decepción porque sabemos que soñamos algo hermoso que no podremos ya nunca reconstruir. O que en lugar de un bello sueño tengamos una horrenda pesadilla, que nos hace despertar repentinamente sobresaltados por el pánico, por el horror, bañados en sudor, llorando o gritando, con nuestro corazón galopando de miedo.
En este caso, totalmente desencajados cuerpo y espíritu, estaremos de mal humor todo el día, con la sensación de que algo terrible va a ocurrir a nuestro alrededor.
Pero sólo sueños son...
 

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