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“Para mí ya está atardeciendo y sé casi con certeza que voy a durar poco ya; por tanto tengo que decir a Cristo, que pasa por la vida de todo hombre disfrazado de pasajero y haciéndose el apurado, como los discípulos de Emmaús: “Quédate conmigo, Señor, porque ya anochece”.”
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Pasaje de: Castellani, Leonardo. “Psicología Humana.”

viernes, enero 04, 2013

Breve crónica de un tejedor







Breve crónica de un tejedor

Los tiempos estaban duros en España. Llegó a Montevideo en 1952, cruzando el mar,
buscando mejor futuro para su familia. Después de dos difíciles años de escasez, soledad
y trabajos diversos, pudo pagar los pasajes para que su familia se reuniese con él.
La vida no era fácil para un emigrante en Uruguay.
Pero igual seguía para adelante. Se levantaba todos los días entre las siete y ocho de la noche.
Siempre de buen humor, o casi siempre. Se afeitaba, se bañaba, cenaba, charlaba un poco
con su esposa, con su hija, con su hijo.  Besos a todos y se iba a la fábrica de Alpargatas.
Alrededor de las nueve de la noche tomaba el 191 en la esquina de Pereyra de la Luz y
Plácido Ellauri, en Pocitos. Trabajaba el tercer turno, de diez de la noche a seis de la mañana.
Todos los días. Nunca faltaba. Con lluvia, truenos y relámpagos, aún cansado o enfermo,
con fiebre, invierno o verano. Siempre iba a trabajar. No faltar era un motivo de orgullo para él.
Un ejemplo. Ocho horas, seis días a la semana, año tras año, en medio del ruido ensordecedor
de cientos de lanzaderas de madera con puntas de acero golpeadas sin descanso por brazos
mecánicos, para que a golpes se fueran tramando metros y metros de tela. Polvo de algodón,
lana y poliéster volando en el aire cargado de humedad. Ojos, nariz, garganta, oídos, cabello,
piel, pulmones, acumulando polvo blanco.
Y cuando tenía 62 años, un día murió. En la calle, en la feria, sólo, entre la gente, infarto. Fin.
Yo no estuve, estaba lejos, muy lejos. Cuando llegué, ya lo habían enterrado. A mi padre.



Nota del autor: La fotografía muestra la remodelación de la "Fábrica Uruguaya de Alpargatas" para transformarla en viviendas, en el año 2004.

8 comentarios:

  1. Manuel, en cuanto empecé a leer imaginé de quién se trataba. Una historia triste desde nuestra mirada actual, eran otras épocas, tal vez su inmensa alegría eran esos momentos con su familia antes de ir a trabajar, ahora la felicidad y la alegría la medimos con otros parámetros. no sé.no se deberían comparar diferentes epocas, los sufrimientos y las alegrias son otros.
    Un abrazo!!!

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  2. Precioso homenaje a tu padre y muy bien narrado, Manuel. Me ha gustado mucho. ¿La foto tiene que ver con la fábrica? También es buena.

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  3. Un triste relato que cuenta la vida de tu padre y de todas las dificuldades que ha vivido pero debe ter tenido grandes alegrías pues estaba junto con la familia.
    La foto es llena de melancolía.
    Sill

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  4. Quería encontrar una sola palabra para que resumiera lo que siento al leer tu relato ,pero no la encuentro,lo siento.... hay en él, tristeza,melancolía,recuerdos felices ,alegría,esperanza, añoranza , saludos.

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  5. Puedo entender, pase por lo mismo durante 21 años, hasta que en una reducción de personal de sueldos altos me llamaron 15 minutos antes de la hora de retirarme para decirme, que no tenia mas trabajo, foja de servicio con cero faltas, cero llegadas tardes, nada para decir solo reducción, doy gracias a que aun disfruto de la vida, esto fue Paylana S.A. Encargado del Control de Calidad de toda la empresa, trabajo que realice con muchísimo gusto y empeño del cual no me arrepiento, pero si la estraño.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. ...¿por qué eliminaron el comentario?
      Llegué a leerlo y dado el año que dicen se fueron, seguramente conocieron a mi padre.
      Abrazos desde México.

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