En todo se encuentra belleza. La cuestión es verla, encontrarla. Espacio para lo cotidiano, fotografía, literatura, algo de música, para disfrutarlo despacio. BLOGITUM, ERGO SUM.
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“Para mí ya está atardeciendo y sé casi con certeza que voy a durar poco ya; por tanto tengo que decir a Cristo, que pasa por la vida de todo hombre disfrazado de pasajero y haciéndose el apurado, como los discípulos de Emmaús: “Quédate conmigo, Señor, porque ya anochece”.”
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Pasaje de: Castellani, Leonardo. “Psicología Humana.”
jueves, enero 31, 2013
miércoles, enero 30, 2013
martes, enero 29, 2013
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jueves, enero 17, 2013
jueves, enero 10, 2013
viernes, enero 04, 2013
Breve crónica de un tejedor
Breve crónica de un tejedor
Los tiempos estaban duros en España. Llegó a Montevideo en 1952, cruzando el mar,
buscando mejor futuro para su familia. Después de dos difíciles años de escasez, soledad
y trabajos diversos, pudo pagar los pasajes para que su familia se reuniese con él.
La vida no era fácil para un emigrante en Uruguay.
Pero igual seguía para adelante. Se levantaba todos los días entre las siete y ocho de la noche.
Siempre de buen humor, o casi siempre. Se afeitaba, se bañaba, cenaba, charlaba un poco
con su esposa, con su hija, con su hijo. Besos a todos y se iba a la fábrica de Alpargatas.
Alrededor de las nueve de la noche tomaba el 191 en la esquina de Pereyra de la Luz y
Plácido Ellauri, en Pocitos. Trabajaba el tercer turno, de diez de la noche a seis de la mañana.
Todos los días. Nunca faltaba. Con lluvia, truenos y relámpagos, aún cansado o enfermo,
con fiebre, invierno o verano. Siempre iba a trabajar. No faltar era un motivo de orgullo para él.
Un ejemplo. Ocho horas, seis días a la semana, año tras año, en medio del ruido ensordecedor
de cientos de lanzaderas de madera con puntas de acero golpeadas sin descanso por brazos
mecánicos, para que a golpes se fueran tramando metros y metros de tela. Polvo de algodón,
lana y poliéster volando en el aire cargado de humedad. Ojos, nariz, garganta, oídos, cabello,
piel, pulmones, acumulando polvo blanco.
Y cuando tenía 62 años, un día murió. En la calle, en la feria, sólo, entre la gente, infarto. Fin.
Yo no estuve, estaba lejos, muy lejos. Cuando llegué, ya lo habían enterrado. A mi padre.
Nota del autor: La fotografía muestra la remodelación de la "Fábrica Uruguaya de Alpargatas" para transformarla en viviendas, en el año 2004.
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